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LEYENDA - La Mulánima

La Mulánima
Al dolor amargo y humillante de quien ha infringido el límite de los sentidos, cayendo en el abismo del sacrilegio, pertenece la transformación de la Mula Anima.

Es una mula, síntoma y símbolo, que se aparece en los callejones de los pueblos, en los caminos de las montañas o se la ve, brillando en los cerros. Su color es negro o marrón castaño. De su boca, de sus ojos, de las orejas y de la nariz, le saltan chispas y fuego. Sus apariciones son nocturnas.

Algunos vecinos cuentan que la vieron deambular por los barrios rosarinos (Rosario de la Frontera - Salta) cerca de la madrugada. La mula relincha salvaje: muestra su freno de oro y lleva pesadas cadenas.

Esta mula es el alma en pena de una mujer que aun vive, castigada por mantener relaciones sexuales con un sacerdote o su compadre u otra mujer o familiares. Para salvarla de esta condena, hay que quitarle el freno. Algunos temen redimirla, pues creen que al año ellos morirán en castigo. “En Rosario más de un corajudo paró las patas a causa de salvar una mujer transformada en mula”, comento un viejo cuentero de estos pagos. Salía una vez por semana, a la una de la madruga –cuenta un paisano -, y traía un ruido como de procesión. ¡Viera! ¡no se le oía más que ese ruido, como si mucha gente fuera tras de la mula! “Cuando pasaba, hacia como que lloraba, y a uno y a uno le daba mucha pena... Pero, que...¡yo no me animaba señor! “Despues ya no lo vimos más. Un baqueano de apellido Artaza se había escondido detrás de un árbol cuando corría la mula, se tiro encima de ella y, por la oreja ladeada que ella mostraba, logró sacarle el freno. “Ahí nomás se oyó un suspiro de mujer, como si se levantara de dormir y una voz que decía: ¡Gracias a Dios, un OPA me liberó del hechizo!” “Un señor, otra vez, logró con sus peones, no solo quitarle el freno a la Mula anima, sino que también se animo a asestarles varias puñaladas. “Cuando regreso a su casa, encontró muerta a su hija

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